Por Carlos Eleazar Garzón, 2011
En el siglo pasado, los cubistas, desde Montmartre proclamaban la pulverización del objeto. La realidad era plena y el sujeto era dueño.
Jugaban, se divertían, había pasiones en las imágenes cuando creaban.
Cézanne, decía, los objetos contienen en sí mismos una multitud de momentos temporales, su aspecto es variado, y en consecuencia, su pintura también lo es.
Otros, preferían aniquilar al objeto y recobrarlo con la luz y el color, pero es Mallarme que desde las letras completa la idea: “Nombrar un objeto es eliminar las tres cuartas partes del poema; el ensueño consiste en sugerirlo”.
El hombre se subjetiva en relación al objeto, el sujeto es precisamente sujeto en tanto relación con el otro, y ese otro puede ser un objeto donado de vida en esta fantástica subjetivación. (n.d.a )
Podría cuestionarse desde cuándo el objeto interviene en el juego de la subjetividad? ¿y cuándo el objeto cobra tanta importancia?
Desde otro continente de subjetividad, me refiero al psicoanálisis. Lacan decía: el analista es tratado como objeto en la relación y ocupa la posición del muerto, representación tomada del juego de brige.
Veamos la potencia del objeto en este campo: cuando Freud encuentra el alta en su proceso de autoanálisis, es precisamente en Roma cuando frente y cara a cara en la intimidad con El Moisés resignifica su pasión parricida y puede por fin enterrar a su padre.
Parece que se sentaba horas, balbuceaba, o es mi creencia y le otorgaba vida; recordemos sus estudios sobre el Moisés, y el judaísmos, temas que le preocupaban.
Supongamos por un momento que el Moisés, nada menos, el protopadre del pueblo judío, vive y palpita en ésta subjetividad (así como lo esculpió Miguel Ángel) y que Freud le otorga, creando un prototipo de relación transferencial en acto y con el objeto.
Sin pretensiones categoriales, es allí, en esa relación tan especial que reflota su relación conflictiva y generadora de culpa con el padre judío genuflecto que tanta preocupación le causaba.
Recordemos que a los Judíos no se les permitía caminar por la vereda. Al padre en una oportunidad, le sacan su kipá identificante y se lo arrojan a la calle, él se agachó mudo a recogerlo.
Esto fue, para Freud, estigmatizante, pero al mimo tiempo motor de búsqueda y resarcimiento.
¿Con quien podía Freud analizarse sino con alguien de la canonización de Moisés?
Lacan completa la idea en la concepción, o lugar del inconciente, precisamente fuera de sí, en la “extimidad” dirá con ironía, afuera es donde juega el inconciente en el Otro.
¿Podemos desmentir la categoría, subjetivante, en el rol del objeto?
De algún modo, en las artes, en lo creativo se ponen en juego movimientos internos muy primitivos que caracterizan a los niños, pero no solo ellos juegan y se divierten .
El juego, lo divertido lo entendemos como la satisfacción en acto de deseos, de ilusiones y fantasías en donde la partida es imaginaria.
En las representaciones se obtiene el placer deseado y nunca del todo alcanzado.
Precisamente esa es la “gracia” en ese sabor, siempre habrá algo que falta, que no llega al todo, que no colma y de nuevo comienza el juego.
Esto pasa en las artes, hoy desideradas, o al menos sin placer de pasiones.
Podemos decir que la ecuación, sujeto –objeto, fue girando cada vez a mayor velocidad, rotando y perdiendo fuerza erótica, o pasión. Se fue endemoniando de dinero.
La imagen claudicó el albergue y ha dejado de ser una representación, solo se representa a sí misma, una copia grosera, cibernética y de colores burdos.
La narcisación llega a su límite, ha comenzado el imperio tautológico, el objeto es el rey y el dios del mundo contemporáneo. (n.de.a)
Se nota en las obras, replicas de la “realidad”, la objetividad quiere desplazar a la magia, a la misma vida del sujeto, en el sentido del Eros (subjetividad).
Me dirán apocalíptico y que peco de exceso pero comparen films de hace cuarenta años y las fantásticas de los efectos especiales de hoy: antes había insinuación, misterio y la erótica era imaginable, implícita y poética.
Hoy el objeto se adelanta y te posee en la pura cosa.
El sujeto es esclavo y poseído por el enloquecido objeto, fuera de control, que compra y somete a ricos y pobres.
Se trata de objetos perversos, fetiches, de altísimo precio ya que es pagado con la libertad del post- sujeto. (n.de .a)
Es todo un movimiento alucinado, difícil de salir.
El arte contemporáneo se adelantó y lo expresa abiertamente en imágenes tapones, nulos de sentido nulo.
Estos seducen, oblitera el deseo, anulando el sentido y generando la confusión perversa entre el símbolo y lo simbolizado.
Foucault, dejó perplejo al mundo (que lo escucho) cuando en los ochenta dijo: el sujeto ha muerto.
La ingeniería de la imagen teveporno lo concretiza fielmente en su dar a cautivar ¿sexo? u ¿objeto travestido en mercancía?
Están multiplicando en el sentido mercantil, porno por Eros, vacíos de vacío, imágenes sin imágenes.
Baudrillard abrió las puertas del “simulacro” en la tercera acepción de la falsificación de la imagen, desde la hipocresía en el arte contemporáneo.
Lo contemporáneo, lo anestesió ¿es el final del Eros?
El final del arte decía Duchamp, la realidad es real hipertrofiada que al creer alcanzar la perfección se le escapa el deseo, desvirtuando el Eros, como en la teleporno.
La realidad cada vez es mas real y mas parecida a nada, es la realidad misma, cada vez mas Narcisa ¿el fin de la relación?
Sabemos que la realidad es o ¿era? Propiedad del sujeto, lo implicaba, era inmanente de ilusión y navegaba sobre la fuerza del deseo (Platón en el banquete).
Hoy las “obras” se travisten como las imágenes pornográficas quedando anuladas de valor artístico, en el sentido nulo de lo nulo (Baudrillard).
En la edad media tardía, las obras de artes representaban a deidades y los creyentes derramaban sus rezos en los pies de la imagen de Cristo.
Que al establecer subjetividades, las obras eran para los creyentes verdaderamente lo que representaban.
Desde el último siglo, como decía, el objeto se carga de brillo y queda atrapado en sí mismo, como en el mito de Narciso.
Es el objeto el que tiraniza al sujeto, se a da a ver y a comprar como la imagen, que no es, de la porno agotada en sí misma.
Agotada y dada a ver, dada a usar, dada a comprar, tiranizando al atrapado, como objeto de mercancía, invirtiendo la ecuación inicial el objeto pulveriza al sujeto, ese es el precio de mercado.
Calamidad del mundo que contemporiza.
No puedo olvidar el análisis de la psique y seguiré interrogando al Sujeto.
Si es la cultura la fabrica de sujetos ¿qué pasa cuando está vacía de sentido, confundiendo el símbolo con lo simbolizado y tiranizada por el objeto de mercancía que tan bien lo testimonian las artes contemporáneas? Agravando la fábrica del hombre en esta fusión de las palabras y las cosas, generando el no lenguaje y el sin sentido. (Legendre)
Si embargo pienso ¿cómo puede ser este sujeto, en ésta matriz cultural?
Pero, se despierta en mi una incógnita.
Siempre pensé que el Arte encerraba una magia, un misterio, un momento de incertidumbre, que atraía en sigilo.
¿Habrá que esperar y descubrir que hay atrás de este velo de vacío secular?
La imagen y representación albergaba un misterio, una ilusión, había una sugerencia que movilizaba emociones.
Había un porque y así pienso.
“El sentimiento trae la imagen y la imagen lograda arrastra emociones” (n.de .a)
Las pasiones (Eros) encienden colores y los colores la imagen, completando las emociones.
Cuando todo o casi todo es capturado en los pinceles comienza la alegría de estar vivo.
Es una experiencia cero, un acontecimiento de pura magia, sin tiempo, no hay pasado que pasar, ni futuro que vender y aun no sabes si estas presente”.(n de a )
El deseo galopaba desde el reinado del Eros (Platón el banquete), hoy el objeto lo pulveriza.
(n.de .a)