Por Carlos Eleázar Garzón
Descendiente semi culto del latín “gratia" del gratus, del 1140 como "agradecer".
Voy a preferir darle el significado más allá de su origen y uso.
Las palabras se gastan, se desgranan y van derramándose en la cascada del leguaje, como el desgaste al pasar por las rocas o de boca a boca .
Cuando el lenguaje toma una dirección propia, lo hace por fuera del sujeto y con una identidad propia sin dueños.
Observemos cómo las palabras y las frases que, con legendaria maestría, se le atribuye a Lewis Carroll en "Alicia a través del espejo" es una ilusión lingüística, porque en realidad las palabras y fraseos danzan libres y en total libertad como fantasmas sobre las flores del jardín, al pasar por el espejo. No tienen autoría ni sujeción. Esa es la gracia.
Podemos así decir que la obra de arte, rebasa al sujeto tomando un curso propio sin sujeción.
Trataré de conceptuar lo que llamo La Gracia, como complemento estético adjunto a lo que la obra alude.
Es indudable que un concepto remite a otro y este otro, lo complementa, lo enriquece. Este pasaje es infinito.
Como sabemos que la Pietat es de Miguel Ángel, se despliega un vector subjetivo realzando toda gracia con cierta incertidumbre y de ese modo ella nos saluda.
Si miramos una copia ya no es lo mismo, se pierde “la gracia” como en toda copia.
Pero aún la Pietat es un desborde pasional, una ruptura por las fuerzas del Eros aprisionadas en Miguel Ángel, que al derramarlas toman vida propia.
Es de la Pietat, o de Miguel Ángel, esa gracia que transmite y envuelve al sujeto que goza de ella.
La gracia es como un don, es aquello indeterminado, incierto y místico que puede, o no, ser una cualidad subjetiva.
Es decir, puede un sujeto tener gracia en la modalidad de sus gestos, pero no en sí mismo y no es prenda de su vestuario.
Son sus actitudes, algo de fuera o que escapa al ser, y éste no puede atraparlo para sí. Su modo es de un orden mítico.
No recuerdo gestos, gracias conceptuales, descripto por los griegos, como una particularidad del ser.
Quizás en las letras homéricas, en pasajes de Penélope, cuando emana gracia la atmósfera de su morada al recibir a Ulises en ese acontecimiento … pero ahí está el misterio, la falta de certidumbre de la autoría en los libros cumbre, tanto en la Odisea como en la Iliada.
De cualquier modo que sea, para que la gracia viva, es necesario un sujeto que pueda o tenga potencia de descubrirla, de darle vida, aun si ella palpitara por sí misma. En este laberinto a sortear, lleno de misterios, lo sigo en algún acorte a Deleuze, en especial en el costado del concepto de "percepto", idea que usa para discriminar la ciencia, la filosofía y el arte.
Cuanto tiempo pasó, para que, al fin, repararas, con cierto gozo, en el nogal del frente, cansado de darse a ver.
El árbol en sí, frondoso y con sabia paciencia esperó tu potencia, para que afectivamente te envolvieras en la gracia que hoy emana.
Entiendo este atajo en la marcha, como lo que percibimos con afecto de lo llamado a mirar como arte, tal como decía, complementario adjunto de su estética.
Aun sabiendo que los colores, los sonidos y texturas, no son un existente en si mismo, es el sujeto que con su instrumental de -percepción- los goza .
Sigamos con lo acontecido como gracia. Hasta se la podría adscribir a la ciencia, en cuanto al principio de lo impredecible e incierto.
Es como algo que supera al sujeto, que lo provoca, he invita al goce que la gracia refleja como efecto de inmanencia.
Podríamos decir que es un derrame, un fuera de cause y de cualquier tipo de normatización estándar.
Es difícil pensar la gracia como “sujeta” cuando lo que menos tiene es de ello, es algo móvil que se desliza, se da a mirar, no al ver, ya que lo supera, precisamente porque es el vector del sujeto quien la percibe con afecto en dirección segura al goce.
Uso deliberadamente el vocablo goce no solo en el sentido del placer ni exclusivamente como satisfacción sintomal de deseos.
Auque es clásico que la percepción de la gracia satisface el deseo y da placer, es lo mas próximo al estado que bordea la felicidad del vivir.
En estas aproximaciones estéticas no podemos eludir el concepto del Otro, como un campo de expresión de lo sensible en un Rostro existente con lenguaje real de un mundo posible.
Aquí los conceptos se concatenan los unos a los otros, como puentes de imbricancias, subsumiendo conceptos nuevos de espacios perceptivos, como lo es la obra de arte, la gracia y EL Otro; y así sucesivamente y aun en otro orden.
Son conceptos con historia propia que se deben uno sobre el otro y así sucesivamente hasta lo infinito. Así, el Otro es un acontecimiento propio, una entidad con Rostro, cuando este se incluye como concepto.
En síntesis es un acto del pensamiento.
De esa manera con la gracia se trama un diálogo una charla al cobrar vida la obra.
Seguimos pensando para que haya un diálogo y no un mero monologar, debe haber las condiciones y modos de relación que venía narrando.
Sobre todo la permeabilidad, porosidad afectiva del sujeto a percibirlas y la inmanencia del rostro, fluencia de lo que llamo gracia en las obras en particular y las cosas del mundo sensible en general.
El bien, lo bello y lo bueno es del orden del mundo griego hace milenios, es un culto a lo que de manera palpitante, fresca de colores, te atrae, te captura y casi te enamora a lo que llamo gracia.
Diría: es como la gracia que obtiene el pintor cuando logra el color que alguien de adentro busca y él lo encuentra.
Sí ¡¡¡eso es!!! si buscas la gracia con voluntad de hallarla, es posible que no la encuentres, es huidiza a la búsqueda, solo pasa por hiansias pequeñas como brumas de contornos fantasmales. Por ejemplo en la música, si te atrapa es ella quien te encontró sin tu permiso, son las frases y las palabras danzantes en el jardín de Alicia y otras tantas manifestaciones de esta esencia milagrosa.
Los autores de las obras de arte que ya no están, los artistas del renacimiento o los impresionistas dejaron de estar, pero la gracia pervive en sus obras (ensambles de conceptos).
Por eso creo, es un destello que esta por fuera del sujeto y con existencia propia, mas diría, es eterna, mientras burbujee vida.
Cuando observamos la vida natural de las plantas después de la lluvia, ellas tienen colores distintos, una atmósfera diferente y un brillo singular. A este acontecimiento le llamo gracia, proveniente del Eros griego (aunque redunde, también sufrió su desgaste semiótico).
*No cito bibliografía, en función y sobre la base, que estos conceptos que aquí vierto, no me pertenecen, como tampoco los que he tomado de otros que me constituyen de cierta forma como vehículo de ideas y no de pertenencias, de aquí vuelan con luz propia ojala con cierta gracia.